La limpieza también es parte de la lubricación

Cuando pensamos en engrase, solemos enfocarnos en el tipo de lubricante, la frecuencia o el sistema que utilizamos. Sin embargo, hay un paso clave que muchas veces se pasa por alto: la limpieza previa.

Lubricar sobre superficies sucias puede ser más perjudicial que no lubricar en absoluto. El polvo, los residuos antiguos o incluso partículas metálicas pueden mezclarse con la nueva grasa y crear una mezcla abrasiva que daña en lugar de proteger.

Por ejemplo, si engrasas un rodamiento sin limpiar el punto de aplicación, puedes estar introduciendo contaminantes que acelerarán su desgaste. Además, una superficie sucia dificulta la inspección visual: no verás si hay grietas, fugas o acumulaciones anormales.

  Consejos a seguir:

• Antes de aplicar grasa, limpia la zona con un trapo limpio y sin pelusa.
  
  

• Evita usar aire comprimido directamente sobre puntos de engrase (puede introducir suciedad).
  
  

• Si usas cartuchos o bombas, asegúrate de que estén sellados y sin restos en las boquillas.
  
  

• Después del engrase, limpia el exceso de producto para evitar que actúe como “pegamento” para el polvo.
  
  

En resumen, una lubricación efectiva no solo depende del producto, sino también del entorno en el que se aplica. La limpieza es parte integral del proceso.

Recuerda: un punto limpio es un punto confiable. Invertir unos minutos en preparar la superficie puede evitar horas de parada por mantenimiento correctivo.